Chorro Clarín, tomada por Susana Henao y Daniela Pulgarín |
La naturaleza y lo estético son dos conceptos que al momento de definir son complejos y un poco ambiguos, dependiendo del contexto social de valoración o interés particular.
Como respecta en el Parque Arví se encuentra diversidad de fauna, flora y lugares de esparcimiento dependiendo el uso que el sujeto le quiera dar, dependiendo a las experiencias que se pueden encontrar, su tranquilidad que traduce su mismo silencio, esto se ve reflejado desde la estética desde el fetiche del objeto estético, el cual define, que dicho objeto es solo consecuencia de una relación que un sujeto establece con un objeto desde su sensibilidad.
Como sujetos estéticos, el objeto estético nos representa un lugar para escapar del ruido y tráfico del día a día de la ciudad y es donde el individuo puede interactuar directamente con la naturaleza y encontrarse a sí mismo, además de compartir momentos significativos y tranquilos con sus seres queridos.
Lo interesante de este objeto estético es que nace de la misma naturaleza, aunque un poco perfeccionado por el hombre. Desde la postura del mito de la separación del arte y la vida es complicado plantear la idea de que el arte se debe separar de la vida; “insistir entre la separación del arte y la vida es como creer en la separación entre la ciencia, política, filosofía y la vida. Todos somos modos de apropiación de la realidad, modo de mirar y entender la vida, así como de transformarla.”[1]
En este objeto se presentan mitos y fetiches donde los adultos mayores muchas veces ven esta zona como un sitio de inseguridad, por su misma soledad y por ser frecuentado por tantos jóvenes de pensamiento libre, esto relacionado desde el “fetiche de lo bello” según Dufrenne en el texto de Katya Mandoky “hay que evitar invocar el concepto de lo bello, porque es una noción que es dependiendo de la extensión que le demos para nuestros fines o peligrosa”.
Es por esto que nuestro objeto estético, para algunos usuarios puede representar un lugar bello por su representación natural, donde ven allí un lugar familiar y tranquilo, para otros un lugar de encuentro con los amigos o para muchos un sitio de alto riesgo, por ser frecuentado por “jóvenes desadaptados que consumen alucinógenos”, es aquí donde se presta el “miedo de impurezas cotidianas” que consiste en el miedo a lo indeseable, que ensucian al individuo y no le aporta nada a su ser.
Este punto de vista, desde la estética es depende de la sensibilidad y experiencia que cada persona le dé a este objeto estético, como lo descifra el “fetiche del objeto estético”
En este lugar, la naturaleza puede jugar un doble papel, puesto que como se dijo anteriormente se puede ver como una forma de respirar tranquilidad apartada de la metrópolis, lo que puede ocasionar a su vez que personas indebidamente cometan actos de hurto; impidiendo que los sujetos que verdaderamente van en busca de su tranquilidad, acudan muy seguido a este lugar.
Es por esto que para muchos este parque no lo ven como un lugar de regocijo; y por tal motivo, no como un elemento estético, por el contrario para nosotras sí es un elemento estético, puesto que se puede encontrar allí la tranquilidad donde se puede compartir y llegar a un encuentro con el ser mismo, por su entorno y silencio, es por esto que el peligro deja de ser un motivo para que nosotras no habitemos este lugar, pues es un dispositivo cercano a la ciudad que nos permite interactuar con elementos diferentes a la congestión de la ciudad.
Además presenta una serie de ambientes para diferentes tipos de personas, integrados como sistemas pero con un objetivo diferente en su accionar, como lo son: Piedras Blancas, el cual está destinado para la realización de camping donde el sujeto puede interactuar, con la naturaleza en las horas de la noche, bajo el resplandor de las estrellas. Chorro Clarín, en este espacio se puede disfrutar de elementos para la realización de picnic, fogatas, acompañados del sonido de una cascada. Comfama, que es el parque de interacción, para que las familias disfruten una tarde de recreación, senderos ecológicos, gastronomía y compañía de los grande artesanos de Santa Elena, como los creadores de las silletas. Su entorno es arquitectónico con matices modernos, donde su principal componente es la madera haciendo juego con el componente ecológico.
A modo de conclusión la combinación entre arte y naturaleza se puede decir que estéticamente ambas se complementan, pues el arte a través de sus técnicas representa a la naturaleza por medio de la inspiración.
Por todo lo anterior, nuestro objeto estético tiene un componente visual para nosotras con un alto grado de sensibilidad, donde las personas pueden vivir experiencias diferentes en el mismo sitio, pero teniendo en cada uno de ellos como protagonista la naturaleza.
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